La alimentación del cachorro

23.09.2014 13:14

Como en todo ser vivo, las primeras etapas de vida de cualquier animal son 
especialmente trascendentales para su posterior evolución, por lo que
es fundamental que se preste mucha atención a su 
alimentación. Se trata de una
fase de grandes y rápidos cambios físicos a los que se corresponden necesidades
alimentarias muy concretas, que deben cumplirse para que el cachorro se mantenga
siempre en su peso óptimo y mantenga una buena relación entre consumo energético
y abastecimiento nutricional y vitamínico.

Fases de crecimiento de un cachorro: 

Tres son las etapas por las que pasa un perro durante su etapa de cachorro, y a las
tres se corresponden determinadas características alimenticias que describimos
brevemente a continuación.

Lactación

Desde el nacimiento hasta las 6 semanas. Periodo en que el animal se alimenta
exclusivamente de leche materna o, en su defecto, de artificial (en caso de que los
cachorros sean huérfanos o la leche de la madre insuficiente o de mala calidad, y no
se disponga de otra nodriza). Durante la primera semana lo normal es que se
alimente con frecuencia (entre ocho y doce veces al día) y que luego vaya rebajando
el ritmo (hasta las tres o cuatro); y no hay que olvidar que conviene evitar la leche
de otros animales.

Destete

Entre la 6ª y 8ª semana. Periodo en que se debe inculcar la ingesta de alimentos sólidos
de forma progresiva.. Lo correcto es empezar a darle una papilla especialmente elaborada
al perro o perros, en caso de contar con una manada; hay alimentos específicos para cachorros.

Postdestete

De la 8ª semana al año de vida. Aquí la dieta debe estar bien estudiada, de manera que
cumpla con las exigencias físicas del animal. Se trata de un periodo de crecimiento muy
rápido que debe ser correspondido con un aumento de peso constante (sin pasarse de la
raya para evitar malformaciones u obesidades), mediante un abastecimiento de valores nutricionales y vitamínicos variables en función de tamaño, raza, actividad, e incluso temperatura ambiental entre otros factores.

 

Principales nutrientes:


Proteínas
Estas proteínas deben ser de calidad y altamente digestibles. El porcentaje real de
proteínas de la dieta no es tan importante como el equilibrio en la relación proteína/energía. 

La proporción mínima de energía que las proteínas deben aportar en la dieta para un
perro en crecimiento es de aproximadamente el 22% de Kcal de la energía metabolizable (EM),
el mínimo para los gatos en crecimiento es de 26,25%. Además, constituyen una de las
principales fuentes energéticas para el animal.

Grasa

Otra fuente importante de energía, que además sirve para el buen funcionamiento
de las papilas gustativas; la grasa otorga también vitaminas (A, D, E, K) y ácidos
grasos esenciales, uno de los cuales (el DHA) supone además un importante
componente estructural para el cerebro al intervenir en el desarrollo neuronal y
de la retina. Por supuesto, hay que tener cuidado con la cantidad para no
provocar obesidad.

Minerales

Hay muchos minerales importantes para un cachorro: yodo, cobre, zinc… y
dos de relevancia, el calcio y el fósforo, con los que debemos estar bien atentos.
No se debe exceder nunca de la cantidad máxima establecida (inversamente
proporcional a tamaño y edad) puesto que de lo contrario se podría incurrir en
malformaciones del esqueleto. En una dieta equilibrada no hay que añadir
suplementos.

Vitaminas

En este apartado, cachorros y adultos no difieren demasiado en sus necesidades,
por lo que no es necesario que una dieta a base de pienso comercial se vea
complementada con nada en especial (y, de hecho, una sobredosis puede llegar
a ser perjudicial).

Energía

Energía y nutrientes van estrechamente ligados, especialmente en los primeros
compases de vida de un perro. Cada animal es un mundo, por lo que para saber
qué niveles de energía diarios requiere uno en concreto (ya sean metabolizables
o en reposo) se debería consultar con un profesional. Y es que hay que tener
en cuenta, una vez más, que se debe apuntar al crecimiento óptimo, que
no el máximo, ante el riesgo de excederse y provocar daños.




La sobrealimentación
Es importante evitar la sobrealimentación. Una discreta sobrealimentación
durante el crecimiento conduce a una aceleración de la tasa de crecimiento
y puede predisponer al animal a la obesidad en estadíos más tardíos de su vida. 
Cuando se produce obesidad en un animal joven, se aumenta tanto el número
como el tamaño de las células grasas del cuerpo. Este alto número de adipocitos
(células almacenadoras de grasa) produce un porcentaje más elevado de grasa
corporal.
Así un animal con hiperplasia de células grasas produce un porcentaje más
elevado de grasa corporal total que un animal que pese aproximadamente lo
mismo pero que tenga un número normal de células grasas.

Además el crecimiento superfluo del número de células grasas durante el periodo
de crecimiento produce un estímulo a largo plazo para ganar un peso excesivo en
forma de exceso de adipositos que requieren llenarse de grasa, produciéndose una
predisposición a la obesidad en la edad adulta y dificultad para perder peso cuando
ésta se haya producido.


La segunda razón por la que no es aconsejable la sobrealimentación en la etapa de
crecimiento, es que, en razas grandes y gigantes de perros, una tasa de crecimiento
elevada puede conducir al desarrollo de ciertas anomalías esqueléticas.

Entre las enfermedades esqueléticas de desarrollo frecuente en los perros jóvenes
se incluye la osteodistrofia hipertrófica, osteocondrosis y la displasia de cadera.

Por el contrario, está demostrado que los perros alimentados durante el crecimiento
con niveles algo restringidos de una dieta bien equilibrada no sufren ninguna
alteración del desarrollo de su tamaño corporal final. Animales con tasas de crecimiento
algo más lentas, llegarán a su tamaño adulto normal, aunque en una época más tardía.

 

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